BOCHORNO HISTÓRICO DE BOCA

La revancha entre River y su eterno rival fue concluida de forma anticipada luego de una hora y media
de entretiempo, debido a que el plantel del Más Grande sufrió un ataque delictivo de un grupo de
fanáticos locales con gas pimienta cuando salía a jugar el segundo tiempo. ¿Y ahora que resolverá la
Conmebol? ¿Sancionará? ¿El partido continuará sin público?
Un bochorno. Una vergüenza que recorrió el mundo. Una verdadera mancha imborrable, con el aplauso de la
mayoría de la gente que estuvo en el estadio, apañando semejante acto de vandalismo. Un papelón histórico que
sacudió al Superclásico y obligó a que fuera suspendido sin que comenzara el complemento, tras una serie de
intentos en vano porque Leonardo Ponzio, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni, quienes fueron los más
afectados, sufrieron quemaduras a raíz de la sustancia utilizada.
Cuando River salía a jugar el segundo tiempo, la manga del vestuario visitante fue vulnerada por un grupo de
delincuentes que arrojó gas pimienta desde la cabecera baja principal, causando un feroz ataque a los jugadores.
Nadie lo impidió ni fue reforzada la zona donde hubo agresiones posteriores. ¿Connivencia de Boca? Por lo
pronto, los médicos de la Confederación Sudamericana de Fútbol revisaron a los jugadores y determinaron,
luego de idas y venidas, de dudas inexplicábles, que no estaban en condiciones de seguir actuando e incluso
separaron las camisetas dañadas para someterlas a diversos exámenes. Así, la suspensión fue inexorable, aunque
los miembros de la máxima organización del fútbol en sudamérica se tomó más de una hora para tomar una
decisión que era obvia.
Luego de una etapa inicial en la que River fue superior, pese a que en los últimos metros careció de
contundencia para marcar el tan deseado gol de visitante, sucedió lo que a esta altura de ninguna manera resulta
inesperado. Un arsenal de agresiones. Gas pimienta en la manga, que al ser cerrada generó que los efectos
fueran altamente nocivos sobre los futbolistas del Millonario al quedar concentrada la sustancia. Como si fuera
poco, los utileros de La Banda recibieron escupitajos, proyectiles y demás ataques cuando, ya sin la manga, se
dirigieron hacia los camarines para buscar elementos de sanidad.
Además, un imbécil, desde afuera del estadio empleó un drone para hacerse el gracioso con una bandera
mientras los jugadores de River se reparaban de semejante ataque. Sebastián Driussi fue el primero en aparecer por el terreno, completamente afectado. El resto apareció enseguida. Julio Chiarini no ocultó su enojo. Tampoco
los menos afectados. Y para dejar en claro la existencia de una connivencia de algún sector de Boca, fue cortado
el suministro de agua en el vestuario visitante, impidiendo que el plantel pudiera ducharse. ¿No amerita una
sanción fuerte de la Conmebol?
A las 22.13, enterado de lo sucedido, Rodolfo D'Onofrio, acompañado por Matías Patanian y varios empleados
de seguridad de River, ingresaron al campo para intervenir. Rodolfo Arruabarrena hizo otro papelón al quejarse
con el presidente del Más Grande. ¿Y la empatía? ¿El respeto hacia el prójimo por encima de los colores?
Evidentemente, no lo tuvo. Entonces, pese a que la decisión se supo minutos antes en la zona de vestuario, con
el aval de los directivos de la Conmebol, Darío Herrera suspendió el encuentro a las 23.13, mientras los
imbéciles locales pedían la muerte de todos los hinchas de River. Un ejemplo de lo que reina en Brandsen 805.
La fiel muestra de que poco les importa entender que el fútbol es una pasión. Que la violencia y el folklore no
saben distinguirlo. Todo lo que ningún hincha de River, ni seguramente de los demás equipos, quiere ser.
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